Hoy, después de escuchar en el radio a Carmen Aristegui dando las noticias, me puse a pensar en quiénes son realmente aquellos que dicen estar hasta la madre de la violencia y qué es lo que hacen o dejan de hacer para hacer mas evidente su inconformidad. ¿Salen a la calle a manifestarse? Algunos. ¿Dejan de ver la television? Muy pocos. ¿Dejan de violentar a su familia por la frustración que viven en la calle? No, seguro eso no.
Hemos visto que en los últimos años, a los gobernantes poco les importa si la gente sale a la calle a mostrar su inconformidad ante medidas idiotas tomadas en el calor del momento. Hemos visto el fracaso de las huelgas de hambre; las cuales, para aderezar, fueron tachadas por los medios masivos de comunicación como tácticas subversivas y nos dijeron que no era cierto que estuvieran en peligro nunca los huelguistas. Incluso se le trata de lavar el coco a la población por demás mediatizada del país para que se le olvide que tiene el derecho constitucional de protestar las medidas gubernamentales que considere le afectarán.
Yo creo que el tiempo de protestas y huelgas de hambre ya pasó. Es necesario que la población verdaderamente demuestre que en efecto ya está hasta la madre. En otros países, protestas y huelgas de hambre funcionan porque existe otro paso. El gobierno mexicano está plenamente convencido de que la población hambreada, ignorante y huevona de México solo cree en hacer valer su derecho al fútbol y la telenovela.
En países como Francia, Alemania e Inglaterra, funcionan las medidas pacificas, porque el pueblo le ha demostrado al gobierno que se puede organizar y unir. Aquí, le tenemos tanto asco al de al lado que no queremos que ni por equivocación se nos confunda con él, y se nos olvida que tanto él como nosotros, somos parte del pueblo que, a nivel mundial, trabaja mas horas al año y que, a cambio de eso, tiene los peores salarios del mundo. Tanto él, el de al lado, como yo, vivimos a merced de la violencia ante la cual, el acefalico gobierno solo piensa en incrementar el nivel de violencia. Tanto el de al lado como yo podemos en cualquier momento ser victimas de fraude, robo de identidad, extorsión, asalto, violación, levantón, desaparición, desaparición de la fuente de trabajo, incompetencia en los servicios, cobros excesivos. ¿Y qué hacemos? Tanto él como yo seguimos día con día quejándonos sin el valor para decir: hasta aquí.
Hasta aquí con la corrupción, la mía, la tuya y la de los demás.
Hasta aquí con el tener la cabeza gacha ante los abusos de poder, los míos, los tuyos y los de los demás.
Hasta aquí con ser de la clase social que sostiene al resto del país porque los de abajo no tienen para pagar impuestos y los de arriba tienen muchos privilegios.
Hasta aquí con tratar de crear consciencia en las mentes vacías producto del abuso mediático.
Hasta aquí con no hacer nada, con hacerlo todo, con soportarlo todo y no ver la salida.
Pueden no hacerme caso, después de todo, solo estaba yo pensándolo...
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